23 de junio de 2010

De lo que Don Benjamín hizo en Suráfrica

En el minuto 34 del partido entre las selecciones de Eslovaquia e Italia, don Benjamín (un gran hombre) se levantó de su sofá, cogió la cartera y las llaves y bajó a la calle. Llamó a un taxi y pidió que le llevara a Barajas. Al llegar fue al mostrador de Iberia y pidió un billete para Suráfrica. La azafata sonrió y dijo: “Sólo nos queda Business”. Don Benjamín (un gran hombre) tiró sobre el mostrador la Visa Platino y respondió: “Así iré más cómodo”. En el mismo aeropuerto de Johannesburgo tomó un taxi y le dijo al chófer que le llevara a Pretoria y le alargó un billete. “Vaya todo lo deprisa que pueda”. 62,3 kilómetros y cuatro cebras atropelladas después, llegó al estadio a tiempo de ver el partido entre España y Chile. Compró una entrada en reventa, entró en el campo, se acercó al primer tipo que encontró con vuvuzela (la trompa esa de la que salía un ruido horrible) y se la hizo tragar entera.

Don Benjamín (un gran hombre) fue condenado a 40 años en un presidio de Soweto y murió devorado por las moscas una década después.

Al día siguiente, la FIFA prohibió el uso de vuvuzelas para siempre.