26 de mayo de 2010

Cuento de Zapatero, el insomne


Al final del Consejo, uno de los ministros habló: “Presidente, queríamos decirte que estamos orgullosos de pertenecer a tu Gobierno”. El presidente hizo un mohín con el hombro y sonrió: “No es mío, Pepe... Es el Gobierno de la Nación”. Pepe se sonrojó: “En cualquier caso, nuestra adhesión es inquebrantable”. El presidente se sintió igual de reconfortado que cuando leyó su periódico y escuchó su radio. Sus analistas coincidían en que lo de Garzón sí que era un duro golpe para cinco millones de parados. A las doce, el presidente se fue a la cama. A las tres de la mañana se despertó y se quedó insomne, fantaseando: “¡Os prometí dos millones de empleos y os he dado cuatro!”, gritaba en su ensueño mientras recorría la Gran Vía en un Lincoln descapotable bajo una lluvia de confeti y aplausos. Ahí fue cuando repitió su frase favorita en voz alta: “Sonsoles, no sabes cuántos españoles podrían ser presidentes”. Su mujer se revolvió, gruñó y respondió desde lo más profundo de su sueño: “Y cualquiera lo haría mucho mejor que tú”. Y ahí fue cuando el presidente hundió la cabeza en la almohada y lloró.