22 de febrero de 2010

Cuento de ángeles


El niño entró en el quirófano y la madre se apoyó en la pared, rendida de cansancio. Pero sólo fue un segundo. Ella miró a su marido y le dijo: “Me voy a la capilla”. Él la miró de vuelta y respondió: “Yo me voy a tomar un café”. Ocho horas después, el niño ya estaba despierto y sus padres estaban pegados a la cabecera con las ojeras hasta el suelo. El niño dijo: “¡Papá, no he tenido miedo!”. El padre sonrió y le llamó “campeón”. La madre le atusó el pelo y le contestó: “Claro, porque contigo ha estado el ángel de la guarda”. El padre carraspeó. El niño replicó: “¡Qué va, no ha estado!”. La madre pegó un respingo. El niño continuó: “El que ha estado es el abuelo Luis, y cuando el ángel de la guarda ha tratado de entrar conmigo, el abuelo Luis se ha puesto delante de él y le ha dicho, le ha dicho que, que… que no hacía falta, que ya se ocupaba él de mí”. El padre miró a al niño y a su madre, y con los ojos cuajados de lágrimas musitó: “Voy un momentito a la capilla y ahora mismo vuelvo, ¿eh?”.