26 de febrero de 2010

Cuento socialista


No supo bien cómo logró saltar en el último instante del mercante en llamas antes de que explotara la Santa Bárbara. Cayó al mar junto a un barril de agua dulce al que se asió desesperado por vivir un minuto más. Violado por la tormenta, el náufrago tardó tres días en llegar a una isla desierta. Estaba extenuado y famélico. Pero en la isla no había nada qué comer. Ni un mal coco. Robinson Crusoe, Chuck Noland y Gilligan jamás habrían sobrevivido allí. Y el náufrago, que suspendió seis veces pretecnología en quinto de básica, lo sabía. Al séptimo día, vagando por el interior de la isla, encontró una paloma metida en una jaula. Fuera, un cartel anunciaba: “Paloma mensajera”. Junto a la paloma, un lápiz y un trozo de papel invitaban a mandar un mensaje desesperado. Una hora después, el náufrago, militante socialista del pueblo de Villalamón de Caballeros desde 1985, chupó la carne del último huesecillo de la paloma, eructó y pensó: “Bueno, seguro que encuentro otra paloma mensajera”.