19 de julio de 2010

Cuento de los instantes que precedieron al beso


Había ido esa noche dispuesta a cortar. Empezaría con un “tenemos que hablar”, que es una frase que dice tanto… Es posible que Dios, al ver a Adán y a Eva ocultos tras haber descubierto su pudor, les dijera: “Tenemos que hablar” mientras un Arcángel abría la puerta de salida. Sí. Eso haría. Primero un “tenemos que hablar” y luego un “no eres tú, sino yo”. Lo había imaginado tantas veces: “Es la presión, me asfixio”, le diría. Y él comprendería, pero no del todo. Y lloraría . Y ella le prometería que “jamás quise hacerte daño”. Y él diría que “Demasiado tarde, ¿no?”. Entonces él se pondría de rodillas y le pediría otra oportunidad y ella le diría que tuviera algo de dignidad y que no le montara una escena. Él gritaría que no le importaba lo que pensara el mundo y ella replicaría que “eso es fácil de decir”. Y ella se marcharía y cerraría la puerta para no oír su llanto inconsolable… Sí. Todo eso había imaginado. Pero él, antes de que ella le pudiera decir lo de “Tenemos que hablar”, le dio un beso apasionado delante de la cámara y de millones de felices españoles. Y ella devolvió la conexión