29 de abril de 2010

Leve aproximación a por qué Torres se lesiona cuando va a jugar contra el Atleti


La última vez que vi a Fernando Torres fue hace dos meses. Estaba en el pub de Sammy, en Kirkdale, y no tenía buen aspecto. Sammy me dijo que iba todos los días y se agarraba a la botella. Ya no hablaba con nadie. Sólo gruñía.

Alguna vez, y ya cada vez menos, algún joven idiota se acercaba al viejo striker y trataba de sacarle una conversación sobre aquellos viejos y buenos tiempos, pero Torres rezongaba: “Nunca fueron buenos, pero sí que son viejos”.

Pero no son tan viejos los recuerdos cuando te van comiendo… Desde el amanecer hasta la cama; hasta que la botella golpea la moqueta de tu cuarto y te haces bicho-bola abrazado a una mala almohada.

Torres es un hombre… Bueno, sólo una vez, cuando entró en el pub aquel tipo con la camiseta del Atleti. Se le cayó el vaso y se marchó. Miento al decir que le vimos llorar… pero si hubiera que jurar que estaba llorando, yo lo juraría.

Hace dos meses, un día, fue al baño, a pelearse con la próstata, y se dejó la cartera encima de la barra. De entre toda la mierda que llevaba aquella billetera hinchada sobresalía el recorte de un periódico. Sammy y yo nos miramos y sacamos aquel trozo de papel. Era la crónica de un partido contra el Atlético de Madrid en el Calderón. No sé español, no sé qué decía, pero la foto que dominaba la crónica era la suya, sonriendo, con la camiseta del Liverpool, de rodillas; con el cuerpo para atrás, abrazado a Gerrard, celebrando su segundo gol al Atleti.

Yo miré a Sammy sin entender ni mucho ni nada y le alargué la fotografía. Sammy la miró mucho más despacio. Al final soltó un gruñido y me la volvió a pasar. “Ahí está. ¿No lo ves?”.

La volví a coger y la miré. ¿Qué estaba ahí? Un tipo feliz, joven, con la camiseta de un grande de Europa, abrazado a un jugador de leyenda… La sonrisa de “The Kid” llenaba la escena… Sammy, no veo…

- Mira el fondo.

¿El público?. Caras antiguas de hace cincuenta años, de principios de siglo. Dios, sí; ahí estaba. Era un niño pequeño. ¿Qué tendría, nueve años? Lleva la camiseta del Atleti. Está llorando.

Levanté la vista. Torres había vuelto. Me miró con furia.

- ¿Con qué derecho hurgas en mis cosas?

- ¿Hiciste llorar a un niño del Atleti? ¿Fue eso, Torres? Di. ¿Fue eso?

Me miró con asco y dijo:

- Ojalá hubiera estado lesionado. 

No vi llegar el puñetazo. La botella cayó sobre la barra. Me arrancó el recorte y se largó. De aquello hace dos meses. No he vuelto a ver a Torres. Aquel viejo striker del Liverpool.